Tratamiento no farmacológico de la hipertensión arterial
Dra. Reina Genellys Fernández Camps
Especialista de II Grado en Medicina Interna del Hospital Clínico - quirúrgico Universitario “Saturnino Lora”, Santiago de Cuba, Cuba. Profesor Auxiliar de Propedéutica y Medicina del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, Cuba. MSc en Enfermedades Infecciosas y Medios Diagnósticos.
Introducción.
La hipertensión arterial (HTA), es considerada un factor de riesgo mayor modificable cardiovascular. Es una elevación sostenida de la presión arterial sistólica y/o diastólica que, con toda probabilidad, representa la enfermedad crónica más frecuente de las muchas que azotan a la humanidad. Su importancia reside en el hecho de que cuanto mayores sean las cifras de presión, tanto sistólica como diastólica, más elevadas son la morbilidad y la mortalidad de los individuos. Esto es así en todas las poblaciones estudiadas, en todos los grupos de edad y en ambos sexos (1).
Han sido mucho los conceptos que se han dado sobre la hipertensión arterial (HTA) y la falta de una frontera tensional definida entre la normotensión y la hipertensión, ha sido responsable de importantes discrepancias entre grupos de expertos sobre el nivel de tensión arterial (TA) que debe ser considerado como normal (2).
Los estudios epidemiológicos sobre la presión arterial de distintas poblaciones han demostrado que su distribución es continua y no bimodal, por lo que resulta difícil saber qué cifras de presión son normales y cuáles elevadas. En consecuencia, la distinción entre normotensión e hipertensión es puramente arbitraria. Los niveles absolutos de presión arterial varían no sólo con la edad, sino también con el sexo, la raza y muchos otros factores. Así, aumenta con el ejercicio físico y psíquico, el frío, la digestión y la carga emocional. Además, la presión arterial no es constante a lo largo de las 24 horas, sino que varía mucho durante el día y la noche, tanto en normotensos como en hipertensos (1).
La relevancia clínica de la hipertensión no reside en sus características como enfermedad en el sentido habitual de la palabra, sino en el incremento del riesgo de padecer enfermedades vasculares, el cual es controlable con el descenso de aquélla.
Representa uno de los principales problemas de salud a nivel mundial, el estudio de y el control adecuado de la misma podría llevar a una reducción sustancial de la enfermedad cardiovascular, cerebrovascular y renal, que en la actualidad es la primera causa de mortalidad.
Es por todo esto que basado en la evaluación de riesgos y beneficios, un comité de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió en 1978, como hipertenso a todo individuo con cifras tensionales iguales o superiores a 160 mmHg de tensión arterial sistólica (TAS) y 95 mmHg de tensión arterial diastólica (TAD). Este criterio permanecería vigente por 10 años, hasta que sobre la base de los datos obtenidos tras 10 años de seguimiento, el Comité Conjunto para la Detección, Evaluación y Tratamiento de la hipertensión arterial (HTA) de Estados Unidos y la OMS, en 1988 y 1990, respectivamente modificaron el criterio de normotensión e hipertensión a partir de los 18 años y consideraron normotenso al individuo con cifras de tensión inferiores a 140 y 85 mmHg, exceptuándose de este criterio a los hipertensos comprendidos entre los llamados “grupos de riesgo” (2).
Así las cosas puede definirse a la hipertensión arterial (HTA) como la enfermedad que se produce cuando las cifras de tensión arterial, medidas como promedio en tres tomas realizadas en condiciones apropiadas, con intervalos de 3 a 7 días entre cada toma, se encuentra por encima de 140 mmHg de tensión arterial sistólica y 90 mmHg de tensión arterial diastólica. Esta definición se aplica a adultos a partir de los 18 años de edad (1 – 4).
También es considerada un factor de riesgo renal identificándose como uno de los principales factores de riesgo de mortalidad y la tercera causa de incapacidad de la población general. La mortalidad de origen cardiovascular ha aumentado sustancialmente en las últimas décadas, probablemente favorecida por los cambios producidos en el estilo de vida de la población, especialmente en relación con la dieta y la actividad física. Actualmente se calcula que las enfermedades cardiovasculares son responsables de alrededor del 30% de la mortalidad mundial global (5, 6).
Se reconoce como una enfermedad con morbilidad y mortalidad propias y como elemento causal de aterosclerosis y su efecto nocivo es potenciado cuando se asocia con otros factores que incrementan el riesgo global (3). Entre sus complicaciones están las enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y renales, las cuales muestran también una frecuencia que va en aumento en las dos últimas décadas (7, 8).
Hoy por hoy para hablar de hipertensión arterial (HTA) es necesario tener en cuenta la estratificación del riesgo cardiovascular en este tipo de paciente ya que entonces nos obligaría a tomar otras decisiones fundamentalmente en lo referente a la terapéutica. Es por ello que aparece la estratificación del riesgo cardiovascular que aparece en las Guías para el tratamiento de la hipertensión arterial en España (9) (Cuadro 1).
Cuadro 1: Estratificación del riesgo cardiovascular en pacientes con hipertensión arterial (HTA) según las directrices de la OMS/SIH.

Riesgo bajo: < 15% de eventos cardiovasculares graves en 10 años
Riesgo medio: 15%-20% de eventos cardiovasculares graves en 10 años
Riesgo alto: 20%-30% de eventos cardiovasculares graves en 10 años
Riesgo muy alto: > 30% de eventos cardiovasculares graves en 10 años
FR: factores de riesgo
PAD: presión arterial diastólica
PAS: presión arterial sistólica
A continuación describiremos que se considera un factor de riesgo cardiovascular, una lesión de órgano diana y a que se define como trastorno clínico asociado que aparece también en dicha guía (9) (Cuadro 2).
Cuadro 2: Definición de factor de riesgo cardiovascular, lesión de órgano diana y trastorno clínico asociado.
Factores de riesgo cardiovascular
Utilizados para estratificar el riesgo
Valores de PA (grados 1 – 3)
Varones > 55 años
Mujeres > 65 años
Tabaquismo
Colesterol > 250 miligramos/dl
Diabetes
Antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular prematura
Otros que influyen desfavorablemente
Colesterol HDL (colesterol bueno) bajo
Colesterol LDL (colesterol malo) alto.
Microalbuminuria (poca cantidad de albumina en orina) en diabetes
Intolerancia a la glucosa
Obesidad
Estilo de vida sedentario
Fibrinógeno elevado
Grupo socioeconómico de riesgo
Grupo étnico de riesgo
Región geográfica de riesgo
Lesión de órgano diana (LOD)
Hipertrofia ventricular izquierda (EGC, Eco, Rx)
Proteinuria
Aumento ligero de creatinina (creatinina 1,2 – 2,0 miligramos/dl)
Placas ateroscleróticas por Rx o Eco (carótida, aorta, femorales e ilíacas)
Estenosis de arterias retinianas (focales o generalizadas)
Trastornos clínicos asociados (TCA)
Enfermedad cerebrovascular
Ictus isquémico
Hemorragia cerebral
Accidente isquémico transitorio
Cardiopatía
Infarto de miocardio
Angina
Revascularización coronaria
Insuficiencia cardiaca congestiva
Enfermedad renal
Nefropatía diabética
Insuficiencia renal (creatinina > 2mg/dl)
Enfermedad vascular
Aneurisma disecante
Arteriopatía sintomática
Retinopatía hipertensiva
Hemorragias o exudados
Edema de la papila