Los primeros informes acerca de la sífilis se remontan al Renacimiento. Si bien existen numerosas citas bibliográficas según las cuales el mercurio fue utilizado como tratamiento específico por primera vez en 1499, el doctor Francisco Villalobos, médico de Castilla, empleaba al «ungüento para las bubas» ya antes del descubrimiento de América.
La denominación de venérea le viene de Venus, la diosa griega del amor.
La Maldición de Venus. Enfermedades por transmisión sexual - ETS. Una metáfora cultural. ¿Existen las Enfermedades de la Pureza?
Dr. Juan Herrera Salazar: Appointed Director del Proyecto del Centro de Bioética de la Universidad Juan Pablo II. Managua, Nicaragua.
Dr. Antonio Dubravcic Luksic, Bolivia.
Juan- Antonio, tu disertación me parece, digna de presentarse en las Academias de Historia de la Medicina a lo largo de nuestra América hispana. Sugiero que, dejemos al lector pronunciarse, para que dialogando contestemos las preguntas que el título sugiere.
Antonio- bien dicho Juan.
Juan - procede con tu disertación, Antonio.
Antonio- Me limitaré a hacer mi exposición histórica, ya que no conozco “Las Enfermedades de la Pureza”.
“Los primeros informes acerca de la sífilis se remontan al Renacimiento. Si bien existen numerosas citas bibliográficas según las cuales el mercurio fue utilizado como tratamiento específico por primera vez en 1499, el doctor Francisco Villalobos, médico de Castilla, empleaba al «ungüento para las bubas» ya antes del descubrimiento de América.
La denominación de venérea le viene de Venus, la diosa griega del amor.
El nombre de sífilis viene de un poema de Gerolamo Fracastoro, inspirado en una historia de Ovidio en que aparece el nombre de Sipylus.
Juan- A los estudiosos franceses les gusta hablar de dermatopatía céltica cuando se refieren a esta maldición, mi tarea hoy no será la del historiador, voy limitarme a hablar de la Sífilis como una Metáfora Cultural, dejemos a Antonio continuar su disertación histórica, no lo interrumpamos por favor.
Antonio- Siguiendo la costumbre de los humanistas de la época, Fracastoro alteró el nombre, y de ahí Syphilis. El organismo que causa la sífilis es el Treponema pallidum, una bacteria larga, fina, pequeña, con un característico movimiento de rotación sobre su eje. Se trata de un patógeno exclusivo del hombre. De hecho, civilización y sifilización han avanzado siempre juntas.
Hace cinco siglos salió de la América recién descubierta y llegó a España oculta en los barcos de Colón.
Como primera fruta del nuevo mundo se extendió como la pólvora por Europa.
A fines del siglo XV se propagó la sífilis por Europa tras el sitio infructuoso de Nápoles en 1495 por las tropas francesas de Carlos VIII. La ciudad era defendida por italianos y españoles. Durante el sitio las prostitutas y vivanderas francesas tomaron contacto con los soldados españoles. Probablemente contrajeron así la lúes, que luego transmitieron a los soldados franceses, pues éstos se retiraron rápidamente abatidos por una misteriosa epidemia; de ahí el nombre de morbo gálico.
Desde principios del siglo XVI se convirtió en un azote para la Humanidad. Se consideraba un mal innombrable, el estigma vergonzante que dejan en el cuerpo los placeres carnales.
La Iglesia afirmó que la enfermedad era un castigo divino. A comienzos del siglo XX, alrededor del 15% de la población europea la padecía.
¿Pudo ser este organismo el responsable de los acordes de la Novena Sinfonía de Beethoven?
¿Es el retrato de Dorian Gray una parábola secreta sobre un mal venéreo padecido por Oscar Wilde?
¿Influyó la sífilis en el pensamiento del joven Hitler y en su odio hacia los judíos?
La respuesta, para la doctora estadounidense Deborah Hayden, la respuesta a todas estas preguntas es «sí».
En su libro Pox: genius, madness and the mysteries of syphilis, de reciente publicación en EEUU, analiza la repercusión de esta plaga y crítica a los biógrafos por haber subestimado su impacto en los grandes hombres de la Historia.
Hayden aclara que la bacteria no justifica el genio de Beethoven, el arte de Van Gogh o la crueldad de Hitler, pero afirma que la sífilis acentúa y distorsiona sus talentos, que puede convertirse en un torrente de expansión mística en el caso de Nietzsche o megalomanía en el caso del Führer.
En las primeras fases aparece un grano en el área por la que llegó la infección. La segunda trae sarpullidos, cefaleas, vómitos, fiebres y caída del cabello.
Si el mal no se trata, los síntomas externos desaparecen, pero el germen permanece latente. En la tercera y última estación, que puede durar décadas, la bacteria provoca problemas mentales, locura, ceguera, sordera, parálisis, daño cerebral y, finalmente, la muerte. En esta fase, los sifilíticos experimentan episodios de depresión, de ira y de paranoia que se alternan con momentos de euforia, felicidad y gran creatividad.
Sus experiencias alucinógenas les hace percibir la realidad como una explosión de luz y colores brillantes.
Gracias a la correspondencia privada, a nuevos análisis óseos y capilares y a la lectura de los escritos que dejaron personas cercanas a estos protagonistas de la Historia, Hayden reescribe las biografías de algunos de los sifilíticos más influyentes de los últimos 500 años.
Juan- háblanos de los más importantes, en primer lugar del ciudadano de la República de Génova, Christoforo Colombo, no olvides un pintor, un poeta americano y a Beethoven.
Antonio-
CRISTÓBAL COLON
El primer europeo sifilítico. Navegante genovés (1451-1506).
Para Hayden, el almirante fue el primer europeo sifilítico. Se contagió al mantener relaciones con las nativas de La Española. El Treponema pallidum cruzó el Atlántico en su cuerpo y en el de decenas de marineros como un polizón. Durante su tercer viaje, Colón se sintió aquejado de dolores terribles, fiebre, insomnio...Afirmó que escuchaba voces en sueños, que se sentía el enviado de Dios. Fue la venganza de las Américas a los excesos de los españoles.
LUDWIG VAN BEETHOVEN
El ataque del «monstruo verde». Compositor alemán (1770-1827). En diciembre de 1994 se subastó en Sotheby's una coleta de su melena. Un análisis del pelo revelaba la existencia de restos de mercurio, uno de los remedios contra la sífilis. Sus cartas privadas muestran sus relaciones con prostitutas en 1797, año en el que, según Deborah Hayden, contrajo la enfermedad. Atacado por fiebres, sordera y una euforia salvaje provocada por una sífilis terciaria que él llamaba su «monstruo verde», compuso el Himno de la alegría, su obra más famosa.
FRANZ SCHUBERT
«Espero no levantarme jamás». Compositor austríaco (1797-1828).Nunca reconoció su enfermedad en público, pero la sífilis terminó con su vida a los 31 años, tras seis primaveras de agonía. Se infectó en los últimos meses de 1822 y alternó momentos de depresión suicida con otros de buena salud.
En el momento de su muerte había compuesto más de mil obras. En sus últimos días escribió: «Cuando me marche a dormir, espero no levantarme jamás». Su médico, que también trató a Beethoven, declaró que la muerte del joven compositor se debió a la descomposición de su sangre, provocada por una sífilis terciaria o final.
CHARLES BAUDELAIRE
«El vuelo de las alas de la locura». Escritor francés (1821-1867).El poeta maldito le confesó a su madre en 1861 que sus problemas de salud le venían de una infección venérea que contrajo en 1839, cuando éste vivía en París. Su enfermedad le impidió tener relaciones sexuales con su pareja, Jeanne Duval.
Se contagió muy joven, cuando visitó prostíbulos. Su obra, Las flores del mal, tiene continuas referencias a la corrupción, la enfermedad y a la miseria de las ciudades. Para Hayden, los vampiros que aparecen en sus versos representan a las bacterias de la sífilis. Antes de morir reconoció estar sometido «al vuelo de las alas de la locura».
ABRAHAM LINCOLN y MARY TODD
En la Casa Blanca. Presidente de EEUU y Primera Dama (1809-1865) y (1818-1882). En 1882, los médicos enviaron una carta al Congreso que informaba sobre el precario estado de salud de Mary Todd, la viuda del presidente. No podía mover las piernas y se comportaba como una demente. Nunca reconocieron en público el nombre del mal para salvar la reputación de Lincoln, pero Hayden afirma que los síntomas de Todd eran los de una sífilis muy avanzada. Lincoln reconoció a un amigo que una chica se la contagió a los 26 años. Y fue él quien se la transmitió a su mujer y a sus tres hijos, que murieron prematuramente.
Las personas que estuvieron cercanas a Lincoln declararon que se medicaba con una especie de píldoras azules que contenían agua de rosas, miel, azúcar y 65 gramos de mercurio. Pasaba de la melancolía a la hipocondría, de los silencios a los enfados más salvajes. Algunos lo comparaban con Lucifer.
VINCENT VAN GOGH
El pelirrojo suicida. Pintor holandés (1853-1890). Hasta 874 cartas dedicó Van Gogh a su hermano Theo y al pintor Paul Gauguin, también sifilíticos, para describir su sufrimiento físico y mental. Vincent se enamoró en 1882 de una prostituta a la que contrató como modelo. Ella posó para su famoso cuadro Sorrow. Su nombre era Clasina Hoornik.
Para Hayden, pudo ser ella la que le contagió el virus. Tras la experiencia artística en Arlés junto a Gauguin, ingresó en un sanatorio mental de Saint Rémy, donde pintó paisajes en sus momentos de lucidez y sufrió episodios de locura, alucinaciones, visiones y otros síntomas de la sífilis. Se definió a sí mismo como un hombre «cargado de electricidad», la misma que tenían sus pinceles. «Esta miseria debe terminar ya», dijo antes de cortarse la oreja derecha y suicidarse a los 37 años.
FRIEDRICH NIETZSCHE
Los nazis limpiaron las huellas. Filósofo alemán (1844-1900).Nietzsche vio con estupor cómo un cochero golpeaba a su caballo con una fusta en Turín. Se agarró al cuello del animal y trató de consolarlo. En un ataque de locura perdió la consciencia. Hayden se vale de esta escena para realizarle un retrato mental.Se le diagnosticó la enfermedad a los 23 años. Ella afirma que se la transmitió su madre antes de nacer.
Las fiebres altas, las cefaleas, el dolor de ojos y las paranoias representan síntomas claros de los estragos que le provocó una brutal sífilis terciaria. Los nazis, empeñados en abrazar sus ideas sobre el superhombre, se ocuparon de borrar los rastros de sífilis en su historial médico.
OSCAR WILDE
El segundo secreto. Escritor irlandés (1854-1900). Si el afecto que sentía Wilde por Lord Alfred Douglas fue «el amor innombrable», la sífilis fue su segundo secreto. La meningitis que le atacó fue el legado que le dejó un mal venéreo, el mismo que le provocó una sordera parecida a la de Beethoven, y el mismo que le contagió una prostituta a los 20 años, cuando éste estudiaba en Oxford. Su obra
El retrato de Dorian Gray es, en opinión de Deborah Hayden, una historia paralela a la suya, en la que la enfermedad destruye su cuerpo mientras que afronta el mundo sin una sola marca externa.
KAREN BLIXEN (ISAK DINESEN)
El primo infiel. Escritora danesa (1885-1962). Cuando contaba con 28 años viajó al este de África, se casó con su primo Bror von Blixen y ambos plantaron 1.500 acres de café cerca de Nairobi. Sus experiencias en el continente negro las plasmó en Memorias de África. Y fue allí mismo donde su marido, infectado en sus infidelidades con mujeres de la comunidad Masai, le contagió la sífilis. Para Hayden, «su enfermizo secreto» y los celos marcaron el resto de su vida. Los ataques de fiebre, una úlcera en el estómago, el insomnio y la pérdida continua de peso se hicieron constantes. Blixen se trató entonces con un nuevo remedio, el salvarsán, que se mostró más efectivo que el mercurio y significó un gran avance para la quimioterapia. Llegó a vivir 77 años.
JAMES JOYCE
La locura de «Ulises». Escritor irlandés (1882-1941). Fue una noche de 1904. Joyce visitó los burdeles de Nighttown, se acostó con prostitutas y se llevó un amargo recuerdo, como su padre antes que él. La sífilis hizo estragos en su estómago y en sus ojos. En uno de ellos le provocó un glaucoma y le obligó a llevar un parche con el que aparece en muchas fotografías. Pero, para Hayden, los problemas de Joyce sólo habían empezado.
El escritor contagió el mal a su mujer y a su hija, que estaba aún en el vientre de su madre. Desde niña padeció desequilibrios mentales. Joyce no se libró de padecerlos y los alternó con fiebres, depresión y ataques de paranoia. Hayden asegura que su obra más inmortal, Ulises, representa la mejor parábola sobre la sífilis y su tragedia personal.
ADOLF HITLER
El mito de la prostituta judía. Canciller alemán de origen austríaco (1889-1945). El dictador acusó a los judíos de propagar la sífilis por toda Europa. Hayden apoya la tesis de muchos de sus biógrafos, que afirma que el joven Adolf frecuentó prostitutas en Viena, y que fue una joven meretriz judía la que le contagió el mal.Tras esta experiencia, no volvió a mantener relaciones sexuales.
Para Hayden, los problemas de salud que arrastró el Führer lo convierten en un candidato a sifilítico. El único reconocimiento médico que se le realizó fue en su ingresó en el Ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. El informe se perdió cuando llegó al poder por obra y gracia de Heinrich Himmler, jefe de las SS y la Gestapo, que borró la mancha de la sífilis de su biografía.
Juan- Has descrito una metáfora cultural al hacer un bosquejo de “La Maldición de Venus”.
Es muy acertado decir que fue: “La Venganza de las Américas a los excesos de los españoles”.
La Maldición de Venus, así como la describes, nos da pie para comentar la actual epidemia del SIDA, clarísima expresión de la infección por HIV, que consideraremos como “catálisis” de conflictos bioéticos en la sociedad postmoderna, de manera análoga, a lo que sucediera con la enfermedad descrita por el poeta Gerolamo Fracastoro.
Antonio - ¿Juan, por qué hablas de metáfora cultural ?
Juan - En nuestro clima cultural, una persona con infección por VIH, se suscita una perplejidad profunda, un halo de imaginación y miedo más grande que la realidad gnoseológica, que se convierte en símbolo de los males que amenazan a la humanidad misma.
Al mencionar la enfermedad (SIDA), se evoca esa simbología, ya vividos en el pasado y que tu escrito llama enfermedad gálica y mi profesor Zanini, llamó dermatopatía céltica.
Antonio- En nuestra sociedad boliviana, por su peculiar clima cultural, terminamos por ver, de manera arriesgada (voy a decirlo inconscientemente), al que padece este mal, me refiero al síndrome de inmunodeficiencia adquirida, como la misma imagen de la muerte y del colapso humano. Nuestra población da vida a una serie de interpretaciones de tipo mágico, supersticiones, parcialmente teológicas, no éticas, que reavivan la discusión de antaño, vivida en la narración histórica que acabas de regalarnos, antigua como el mundo: la relación entre castigo y culpa.
Juan- Creo que dices algo que parece ser un fenómeno universal, ya que en la conciencia del hombre está inscrito un sentido de fragilidad, de culpa y de castigo, que no siempre se vive con racionalidad, y que son objeto de apresuradas conclusiones de teólogos inexpertos.
Antonio- ¿ Por que llamas a la epidemia de HIV, “catalisis”, de conflictos bioéticos”.
Juan- Platicando con los infectólogos de mi país, se me ocurrió esa expresión. Los especializados en el tratamiento de esta enfermedad, (VIH- SIDA) trabajan con verdaderos equipos multidisciplinarios, dada la multidimensionalidad de la enfermedad.
Conocer la infección en todas sus manifestaciones significa: conocer su correlación moral, conocer una sociología y antropología de referencia, sus implicaciones políticas y jurídicas.
Esta es una verdadera catálisis, una discusión que adquiere momentum, que llama a toda la sociedad a asumir su responsabilidad desde su propia posición, invitándola a un diálogo abierto, a abandonar posiciones ideológicas y buscar el bien de la persona y la sociedad.
Por eso voy a llamar tu escrito histórico: “ Metáfora Catalizadora”, inspirada en una historia de Ovidio, pone en ebullición los problemas bioéticos de la postmodernidad, enfrentando en la misma arena, la historia, la cultura humanística, la ciencia médica, la política y la fe.
Te propongo reunirnos pronto para completar, ampliar el diálogo y aclarar a nuestros lectores si existen, o no, las “Enfermedades de la Pureza”.
Desde Nicaragua
Dr. Juan Herrera Salazar.
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