El presente trabajo tiene como pretensión ofrecer información acerca del uso de fármacos terapéuticos así como de las drogas de abuso más comunes durante los procesos del embarazo y la lactancia. Tras realizar una búsqueda bibliográfica sobre el tema en cuestión, se han obtenido de fuentes primarias y artículos científicos los datos que a continuación se resumen, abordando las características y modificaciones fisiológicas a tener en cuenta sobre el metabolismo de los fármacos y drogas en una gestante, los niveles de transmisión (barrera hemato-encefálica y barrera placentaria) de estas sustancias al embrión/feto y su sistema nervioso, y los posibles efectos perjudiciales que pueden resultar tanto del uso terapéutico como del abuso de drogas.
Fármacos y Drogas de Abuso en el Embarazo y la Lactancia.
Tomás Pérez Fernández. Diplomado en Fisioterapia. Licenciado en Humanidades. Profesor Colaborador del Departamento de Fisioterapia. Facultad de Medicina. Universidad CEU-San Pablo.
Beatriz Cano Díez. Diplomada en Fisioterapia. Diplomada en Magisterio. Profesora Colaboradora del Departamento de Fisioterapia. Facultad de Medicina. Universidad CEU-San Pablo.
Arturo Pérez Gosálvez. Diplomado en Fisioterapia. Master en Estudio y Tratamiento del Dolor. Profesor Colaborador del Departamento de Fisioterapia. Facultad de Medicina. Universidad CEU-San Pablo.
El presente trabajo tiene como pretensión ofrecer información acerca del uso de fármacos terapéuticos así como de las drogas de abuso más comunes durante los procesos del embarazo y la lactancia. Tras realizar una búsqueda bibliográfica sobre el tema en cuestión, se han obtenido de fuentes primarias y artículos científicos los datos que a continuación se resumen, abordando las características y modificaciones fisiológicas a tener en cuenta sobre el metabolismo de los fármacos y drogas en una gestante, los niveles de transmisión (barrera hemato-encefálica y barrera placentaria) de estas sustancias al embrión/feto y su sistema nervioso, y los posibles efectos perjudiciales que pueden resultar tanto del uso terapéutico como del abuso de drogas.
Abstract.
The aim of this paper is to provide information about the use of therapeutic drugs and abuse drugs more common during the processes of pregnancy and lactation. A literature search was made about this items, obtaining the data from primary sources and papers, summarizing the results below, reviewing the characteristics and physiological changes to take into account in the metabolism of drugs in pregnant women, different levels of transmission (blood-brain barrier and placenta) of these substances to the embryo / fetus and its nervous system as well as the possible adverse effects that may appear, both with therapeutic use and drug abuse.
Palabras Clave.
Toxicidad de medicamentos, embarazo, lactancia, lactancia materna, trastornos relacionados con cocaína, trastornos relacionados con opiáceos, tabaquismo.
Key words.
El embarazo es un proceso que modifica multitud de mecanismos fisiológicos y metabólicos, encaminados a la viabilidad de la nueva vida en formación. Estos cambios son distintos según el momento del embarazo, tanto para la gestante como para su hijo, y deben ser tenidos en cuenta ante un momento tan cotidiano como la toma de algún fármaco por un problema de salud puntual o crónico, ya que las drogas farmacéuticas que en condiciones normales no comportan especiales riesgos, pueden poner en peligro el desarrollo del feto, su vida, y la vida de la madre.
Teniendo en cuenta que los fármacos pueden afectar al normal desarrollo del embarazo, hay varias cuestiones importantes a resolver en relación a la administración de los mismos a una madre gestante, como por ejemplo, si es conveniente o no la administración de un determinado fármaco, el momento en el que se administra, si es sustituible por otro de menor riesgo, si no se puede evitar la administración de un fármaco por un problema crónico de la madre que alternativas existen, etc. Lamentablemente, para dar respuesta a esas preguntas no existen demasiados estudios que aporten información sobre cómo actuar en cada momento, y los datos disponibles provienen más bien de casos detectados por los registros de toxicología y experimentos en animales que en su mayoría son difícil o dudosamente extrapolables a los humanos.
Para comprender cómo afecta al metabolismo y funcionamiento de los fármacos el embarazo, hay que comenzar revisando las modificaciones fisiológicas que se dan durante el mismo y que pueden influir en la farmacocinética de los fármacos administrados. Los cambios principales se producen a nivel cardiovascular, respiratorio, digestivo, renal, sanguíneo y por supuesto, hormonal.
Todos estos cambios en la fisiología normal de la mujer embarazada, van a repercutir directamente en los pasos que el fármaco atravesará en su cuerpo en caso de ser administrado. Las modificaciones farmacocinéticas se producen gradualmente según avanza el embarazo para volver a la normalidad una vez ha transcurrido éste.
La absorción del fármaco se ve incrementada por sus tres vías principales: oral, intramuscular y pulmonar. En el caso de la vía oral, la disminución de la motilidad y el vaciamiento gástrico ralentizado, favorecen la absorción especialmente de aquellas preparaciones de liberación lenta. La elevación del pH gástrico afecta de forma distinta según el fármaco sea ácido o básico, incrementando o decayendo su absorción intestinal respectivamente debido a su mayor o menor grado de ionización. Para la vía intramuscular, la vasodilatación generalizada y el aumento del gasto cardiaco favorecen la absorción del fármaco, que unido al aumento de la ventilación también favorecen la absorción a nivel pulmonar.
En cuanto a la distribución, hay que tener en cuenta varios factores. Por un lado, el aumento del volumen plasmático reduce la concentración del fármaco, que además se verá influenciado por la hipoproteinemia reinante y la competencia con los ácidos grasos libres, aumentando la fracción de fármaco libre. En el caso de fármacos liposolubles, hay que tener en cuenta también que durante el embarazo, especialmente los dos primeros trimestres, existe un aumento en los almacenes grasos que incrementará su volumen de distribución.
El metabolismo del fármaco está sujeto a los cambios hormonales de la gestante, de tal manera que bajo la influencia de la progesterona, el metabolismo hepático tiende a aumentar, reduciendo con ello la eficacia del fármaco al ser eliminado rápidamente. Por otro lado, la predominancia del cortisol, puede dificultar el metabolismo y eliminación del fármaco.
La vía principal de excreción, la vía renal, también está sujeta a los cambios vasculares, de manera que al aumentar el flujo sanguíneo renal y la filtración glomerular, se reduce la vida media del fármaco en sangre acortando su eficacia.
EFECTOS SECUNDARIOS DE FÁRMACOS SOBRE EL FETO Y EL NEONATO.
Ya que muchos de los fármacos susceptibles de ser utilizados atravesarán la barrera placentaria y acabarán por llegar al feto, se deben conocer y tener en cuenta sus efectos secundarios. Como norma general, se deben evitar los aminoglucósidos (por ototoxicidad), tetraciclinas (alteran la síntesis del esmalte dentario), sulfamidas (producen encefalopatía neonatal bilirrubínica), anticoagulantes orales, Ácido acetilsalicílico (retrasos del cierre del ductus, hemorragias) yodo radiactivo, yoduros, antitiroideos, nitrofurantoína, quinina (trombocitopenia), cloroquinina (retinopatía y ototoxicidad) y reserpina.
Existen otros fármacos que deben ser utilizados con precaución, que si bien no producen severos efectos secundarios, potencialmente y dependiendo de las circunstancias pueden ser problemáticos. Entre ellos se encuentran los anestésicos generales y locales (sufrimiento fetal), opiáceos, benzodiacepinas y fenobarbital (depresión del sistema nervioso central y síndrome de abstinencia), fenitoína, betabloqueantes, beta-adrenérgicos, sulfato magnésico, tiazidas, diazóxido, litio, fenotiazinas y corticoides.
En ocasiones, se persigue precisamente el efecto del fármaco administrado a la madre sobre el feto, como en el tratamiento de arritmias fetales, polihidramnios, trombocitopenia, hipoplasia adrenal congénita, prevención de defectos del tubo neural y del síndrome hemorrágico del recién nacido.
Teratogénesis inducida por fármacos.
Cuando nos referimos a un teratógeno (del griego teratos, ‘monstruo’, y genes, ‘nacido’) en farmacología, nos referimos a una sustancia o agente del medio exterior que puede producir deformidades en el feto si es absorbida por la madre durante el embarazo. Según la OMS, los efectos teratógenos serían aquellos “efectos adversos morfológicos, bioquímicos o de la conducta causados durante la vida fetal y detectados en el momento del parto o más tardíamente”.
La acción teratógena se puede desarrollar por mutaciones en células somáticas fetales, alteraciones cromosómicas, por efecto directo (alteración de un tejido o función del feto) o por efecto indirecto (al afectar a algún proceso de la gestación normal, como el aporte de nutrientes de la madre al feto). Sus consecuencias pueden abarcar desde simples retrasos en el crecimiento fetal, pasando por alteraciones del desarrollo morfológicas, bioquímicas e incluso conductuales, también efectos diferidos en el tiempo y hasta incluso la muerte del feto.
El posible efecto teratógeno no solo depende de los efectos perniciosos del fármaco en cuestión, sino también de otros factores como la concentración del fármaco alcanzado en la madre, la intensidad y frecuencia de la administración, el momento de la gestación (el primer trimestre es el más sensible), condiciones físicas y edad de la madre y en algunos casos, la predisposición genética a la sensibilidad al teratógeno.
La Food and Drug Administration (FDA) americana realizó una clasificación de los fármacos en cinco categorías según su potencial teratógeno que se toma de referencia a la hora de valorar el riesgo-beneficio en la administración de un fármaco. Es una clasificación variable, ya que según se obtienen datos acerca de las sustancias clasificadas, puede haber movimientos de categoría de algunos de ellos. Principalmente se basa en la información obtenida de casos puntuales y/o estudios clínicos, que lamentablemente por el contexto en el que se dan estas complicaciones resulta obvio que estos estudios son escasos y muy delicados. Los estudios con modelos animales son tenidos en cuenta, aunque no garantizan la seguridad del fármaco en humanos ni su potencial teratógeno.
Las categorías de la FDA son:
Categoría A: a este grupo pertenecerían los fármacos de uso seguro, de los que se dispone de información suficientemente contrastada y avalada por estudios clínicos en humanos. Son los fármacos de elección, aunque la parte negativa es que son escasos.
Categoría B: a este grupo pertenecen aquellos compuestos que no han demostrado efectos teratógenos en animales, o bien, que habiendo mostrado cierto potencial, no han sido reportados casos en humanos. Esta categoría se recomienda solo si no existen opciones más seguras.
Categoría C: Los fármacos que han demostrado efectos teratógenos en animales, pero no han sido probados en mujeres, o bien aquellos de los que no se conoce su efecto por no haberse estudiado. Son poco o nada recomendables y solo deben usarse si el beneficio lo justifica y están bajo estricto control médico.
Categoría D: existen datos en casos aislados de teratogenicidad en humanos, se deben utilizar bajo el criterio de la categoría C, es decir, si el beneficio potencial supera al riesgo o si la madre corre grave peligro.
Categoría X: uso contraindicado en gestantes por existir evidencias de indudables efectos teratogénicos. A esta categoría pertenece la conocida talidomida, que en los años 60 provocó una gran cantidad de malformaciones congénitas. También se encuentran en este grupo la aminotriptina, los andrógenos y gestágenos, los retinoides, el dietilestilbestrol, las estatina, warfarina, metrotexato, trimetadiona, tetraciclinas, ribavirina, misoprostol y el alcohol.
Es difícil evitar tanto en el embarazo como en la lactancia la administración de fármacos a la madre, ya que en algunos casos de no hacerse, peligra el correcto desarrollo de la gestación (por ejemplo, fiebre alta). Se estima que un 35% de las gestantes necesitan terapia farmacológica por diversos motivos. Siempre se debe consultar al médico, que será, de acuerdo con la madre, quien determine el riesgo-beneficio y proporcione la información suficiente para ayudar a decidir, y que además, tendrá en cuenta todas las modificaciones farmacocinéticas que en el embarazo se dan sobre la madre y que pueden influir en la elección de uno u otro fármaco. La administración de fármacos debe restringirse a los casos estrictamente necesarios, especialmente en el primer trimestre, indicándose las dosis menores necesarias y no prolongando excesivamente el tratamiento.
PASO DE FÁRMACOS A TRAVÉS DE LA BARRERA PLACENTARIA Y HEMATO-ENCEFÁLICA.
I. Barrera Placentaria.
La Placenta es una membrana celular que separa y sirve para el intercambio de sustancias entre las circulaciones sanguíneas de la madre y el feto. La placenta es un órgano característico de la mayoría de los mamíferos y se clasifican en cuatro tipos según su número de capas y el contacto entre el tejido materno y fetal: endoteliocorial, sindesmocorial, epiteliocorial y hemocorial, siendo este ultimo el tipo de la placenta humana, en la que el tejido fetal penetra el endometrio hasta el punto de estar en contacto con la sangre materna. Se forma en las primeras 8 a 9 semanas de la gestación, y a pesar de que no supone un excesivo freno en la llegada de sustancias al feto, durante las primeras 10 semanas éste está desprotegido.
La mayoría de los fármacos atraviesan esta barrera por difusión pasiva, fenómeno que se incrementa a medida que la gestación avanza y con ello la placenta se hace más delgada. También se han localizado transportadores de membrana como el MRP1, MRP2, MRP3 y la p-glicoproteína.
Para valorar el paso de fármacos a través de la placenta hay que tener en cuenta factores dependientes de la placenta y del fármaco en cuestión:
1) Factores placentarios, maternales y fetales.
a. Grosor: en relación inversa con el gradiente de paso del fármaco. Es más delgada en su formación y al final del embarazo, pasando de un grosor entre 50 y 100 mm a apenas 10 mm.
b. Superficie de intercambio: relación directa con el paso del fármaco, a mayor desarrollo gestacional, mayor superficie. La placenta tiene a las 28 semanas de gestación una superficie de intercambio alrededor de 3,4 m2, alcanzando los 12.6 m2 a término.
c. Nivel de flujo sanguíneo: con la evolución de la gestación y el crecimiento placentario, el flujo sanguíneo crece desmesuradamente llegando a multiplicarse por diez a término con respecto a la décima semana de gestación.
d. Integridad de sus membranas.
1) Factores del fármaco.
a. Peso molecular: inferior a 500 KDa. Prácticamente todos los fármacos atraviesan la barrera por este motivo.
b. Afinidad por las proteínas plasmáticas: relación inversa con su paso a través de la placenta. A mayor afinidad, menor fracción libre y menor paso al feto. Hay que considerar que las proteínas con las que los fármacos pueden presentar afinidad varían a lo largo del embarazo, e incluso algunos procesos patológicos como la preeclampsia pueden alterar el grado de unión entre el fármaco y las proteínas maternas, elevando la fracción libre.
c. Grado de disociación: mayor paso a menor ionización.
d. Liposolubilidad: al ser la placenta una barrera endotelial, los fármacos más liposolubles la atraviesan fácilmente.
e. Gradiente de concentración.
Como ya se comentó anteriormente, los fármacos atraviesan en su mayoría la barrera placentaria por difusión pasiva, pero también se puede dar el transporte activo, la difusión facilitada, fagocitosis y pinocitosis, aunque estos dos últimos mecanismos tienen tan poca participación que apenas aportan cantidades significativas en el transporte.
Transporte pasivo.
Aparte de las características ya comentadas, podemos decir de este tipo de transporte que se da fundamentalmente sin gasto de energía, y su motor más importante son los gradientes de presión osmótica. En función de la concentración plasmática materna del fármaco, se producirá una mayor o menor inercia en el paso a través de la barrera. Obviamente, otros factores de los que depende esa concentración también están en juego, como la cantidad de fármaco administrada a la madre y la tasa de aclaramiento que ésta tenga.
En ocasiones, a pesar de una alta lipoafinidad, el paso del fármaco no es total, es decir, queda atrapado en la barrera placentaria formando depósitos, esto ocurre cuando el fármaco tiende a unirse con el tejido placentario quedando atrapado en el sincitiotrofoblasto. Existen estudios in vitro realizados con la buprenorfina donde esto se demuestra (Nonovskaya et al., 2002).
Difusión facilitada.
Este mecanismo de difusión precisa de una sustancia transportadora encargada de realizar el paso sin necesidad de coste energético. Es el mecanismo por el cual atraviesan la placenta los carbohidratos, sin embargo, se conocen pocos fármacos que hagan uso de el, entre los que están el ganciclovir, cefalexina y los glucocorticoides.
Transporte activo.
Este tipo de transporte es llevado a cabo por proteínas de membrana que actúan como bombas. En su funcionamiento consumen ATP, si bien es cierto que en algunos casos el gradiente electroquímico también participa en este mecanismo. La investigación acerca de cómo funcionan estas proteínas transportadoras con las drogas y medicamentos no es muy amplia, aunque se sabe que las sustancias ajenas a nuestro cuerpo que logran utilizar este mecanismo de transporte, lo hacen por que guardan similitud con sustratos endógenos.
Las proteínas detectadas capaces de transportar medicamentos son:
II. Barrera Hemato-Encefálica (BHE).
Se conoce con éste nombre la barrera establecida entre los vasos sanguíneos y el cerebro que controla el acceso de moléculas y nutrientes al mismo con extremada selectividad, de manera que se evita la llegada de tóxicos y patógenos perjudiciales procedentes del torrente sanguíneo y se encarga del mantenimiento de la homeostasis a nivel cerebral. La clave de su selectividad se debe a dos factores, por un lado la estrecha unión de las células epiteliales de los capilares sanguíneos cerebrales, y por otro, un complejo sistema de transportadores que selecciona las moléculas destinadas a acceder al tejido cerebral. Alrededor del 98% de las moléculas más pequeñas no consiguen franquear esta barrera, y por supuesto, el 100% de las moléculas farmacológicas de gran tamaño tampoco.
Sin embargo, a pesar de que muchos tóxicos no pueden atravesar esta barrera, se conocen otros como el alcohol, nicotina, heroína o el éxtasis que sí pueden hacerlo, ya sea por ser de pequeño tamaño, o por ser muy lipófilos o por aprovecharse de mecanismos especiales de transporte.
El papel de la Barrera Hemato-Encefálica (BHE), es importante no solo como barrera de entrada al sistema nervioso central (SNC), sino también como embudo de salida de sustancias producto del metabolismo que deben ser eliminadas. El correcto funcionamiento a este nivel, permite el paso de aminoácidos, glucosa y nucleótidos, esenciales para el buen funcionamiento cerebral. Si la Barrera Hemato-Encefálica (BHE) distorsiona su función, puede causar concentraciones inadecuadas de sustancias a uno u otro lado de la misma, alterando la homeostasis.
Tipos de transporte de la Barrera Hemato-Encefálica.
Tipos de transportador en la Barrera Hemato-Encefálica.
Otra de las enfermedades cuyo control se ve afectado por la actividad de esta glicoproteína es la infección por VIH. Debido a que los inhibidores de la replicación vírica no pueden alcanzar el cerebro, este se convierte en una reserva re-infectante del virus. No obstante, el uso terapéutico de los inhibidores de este transportador debe tomarse con prudencia, ya que la alteración de la permeabilidad de la Barrera Hemato-Encefálica (BHE) puede volver tóxicas en el cerebro muchas drogas que en condiciones normales no alcanzan concentraciones de toxicidad para las neuronas.
Aparte de la influencia de los mecanismos de transporte mencionados, hay que tener en cuenta otros parámetros, especialmente farmacocinéticos, a la hora de considerar el transporte de drogas al cerebro. Incluso en las sustancias que atraviesan fácilmente la Barrera Hemato-Encefálica (BHE), son dependientes del flujo sanguíneo, su grado de unión a proteínas/fracción libre, volumen de distribución, y las reacciones metabólicas que pueda sufrir el fármaco hasta alcanzar su lugar de acción.
ALGUNAS DROGAS DE ABUSO Y SUSTANCIAS ADICTIVAS Y SU RELACIÓN CON LA GESTACIÓN.
COCAÍNA
La cocaína es una droga estimulante de gran poder adictivo. Se popularizó en las décadas de los ochenta y noventa pero su consumo se remonta a hace varios siglos (consumo de las hojas de la coca). Existen dos formas químicas, la sal de clorhidrato y los cristales de cocaína. La primera de las formas es la que se vende en la calle en forma de polvo y se puede consumir sola o mezclada con otras sustancias por vía oral, nasal, intravenosa o pulmonar. Los cristales de cocaína reciben el nombre común de “crack”, cuya vía de administración suele ser por aspiración de los vapores producidos en su combustión.
La cocaína ejerce sus efectos en una región muy profunda del cerebro denominada área ventral del tegumento (AVT). Las células nerviosas de este área forman el núcleo acumbens, región clave del cerebro en los procesos de gratificación. Estas células, ante una sensación placentera, liberan grandes cantidades de dopamina. La cocaína es capaz de bloquear la recaptación sináptica de la dopamina, consiguiendo que ésta se acumule en el espacio sináptico y generando las sensaciones eufóricas y placenteras al estimular sin interrupción los receptores dopaminérgicos de la neurona postsináptica.
Los efectos que la adicción cocaína previa al embarazo pueda producir sobre este o el futuro hijo son desconocidos, pero si existen estudios sobre el consumo de ésta sustancia durante el embarazo que lo relacionan con prematuridad y menor peso, estatura y circunferencia craneal al nacer. En los casos de mujeres consumidoras habituales de esta droga, se han descrito también anormalidades del cerebro, cráneo, cara, ojos, corazón, extremidades, intestinos, genitales y del tracto urinario del neonato. Los riesgos durante la gestación, especialmente los dos primeros trimestres, abarcan desde el aborto espontáneo hasta el desprendimiento placentario.
La cocaína atraviesa la barrera placentaria, produciendo efectos adversos en el desarrollo del feto. Se cree que el mecanismo de acción tiene que ver por la interacción de ésta droga con los transportadores monoamino-oxidasa. Dentro de estos efectos, se ha observado en las 8-10 primeras semanas posteriores al parto, irritabilidad, temblores, alteraciones visuales y del sueño. Algunos autores han atribuido esos síntomas al síndrome de abstinencia post-parto, al acompañarse en algunos casos de alteraciones gastrointestinales y convulsiones.
Hace ya tiempo, se dio en llamar “bebés crack” a los hijos de madres consumidoras de esta sustancia, vaticinándose graves complicaciones en el desarrollo funcional y cognitivo de estos niños. No ocurrió así, al menos no de forma tan catastrofista, pero si se han detectado carencias a más largo plazo en algunos aspectos del rendimiento cognitivo, del procesamiento de información y en la atención a sus tareas.
El consumo de cocaína también debe ser tenido en cuenta durante la lactancia, ya que se ha encontrado presente en la leche materna e incluso se han detectado casos de intoxicación tras la lactancia si la madre había consumido suficiente cantidad de cocaína.
OPIÁCEOS Y OPIOIDES
Los opiáceos son sustancias naturales derivadas del opio (adormidera o papaber somniferum), entre los que se encuentran la morfina, codeína, tebaína, papaverina y noscapina, que son utilizados como potentes analgésicos, antitusígenos y espasmolíticos. Aparte de su función principal como narcóticos, también son euforizantes, depresores del ritmo respiratorio y de la motilidad intestinal.
Los opioides son drogas sintéticas o semisintéticas basadas en los opiáceos con efecto sedante y analgésico, dentro de los cuales encontramos el fentanilo, propoxifeno, heroína, hidrocodona, metadona, hidromorfona, meperidina y oxicodona. De éste grupo, sin duda es la heroína la droga de abuso con efectos más graves sobre la madre y el feto.
Estas drogas actúan al acoplarse específicamente y con gran afinidad unas proteínas denominadas receptores opioides situados en las neuronas del sistema nervioso central (SNC) y en el tracto gastrointestinal. Existen tres tipos de receptores opioides: mu, delta y kappa, siendo el primer tipo el que controla la liberación de los neurotransmisores específicos para el dolor. Al adherirse a estos receptores desencadenan un efecto llamado actividad intrínseca, si son agonistas (morfina, heroína) o no producen efecto si son antagonistas (papaverina y noscapina). Los receptores opioides se localizan frecuentemente en la porción final del axón presináptico de la célula nerviosa y modulan la liberación de los neurotransmisores al inhibir la entrada en funcionamiento del potencial de acción, con lo que disminuye la cantidad de sustancia transmisora liberada, como ocurre en el caso de la liberación de la sustancia P en la transmisión del dolor.
El uso continuado de los opioides produce tolerancia, requiriendo progresivamente mayores dosis para producir los efectos antes señalados. A medida que se requiere mayor dosis, se genera mayor dependencia física y adicción, de manera que si se suspende la administración del opiáceo aparece el denominado síndrome de abstinencia: agitación, desasosiego, dolores musculares, insomnio, diarrea, vómito, hipertensión, hiperventilación, taquicardia, miosis, accesos repentinos de escalofríos con erizamiento de la piel y movimientos involuntarios de las piernas.
Opioides y embarazo.
Las sustancias de naturaleza opioide son muy liposolubles, de manera que alcanzan rápidamente el cerebro de la madre y tras rebasar la barrera placentaria, el del feto.
El tratamiento sustitutivo con metadona en la gestante, no elimina todas las complicaciones de la heroína ni suprime el síndrome de abstinencia postnatal. Actualmente la buprenorfina se erige como el tratamiento sustitutivo candidato ideal en estas situaciones, ya que su deprivación produce menor cortejo sintomático de abstinencia y su efecto es más duradero. En el caso del síndrome postnatal, se atribuye su menor incidencia con el tratamiento de buprenorfina a que la placenta atrapa en su interior la droga debido a su gran liposolubilidad, transfiriendo menos de un 10% de la dosis administrada a la madre al feto.
TABAQUISMO
La adicción al tabaco supone con gran diferencia respecto a otras, una de las más frecuentes por su alto grado de aceptación social. En España, se estima que alrededor del 15% de la mortalidad total anual se debe a causas atribuibles al tabaco.
El patrón de consumo en los países desarrollados ha cambiado en los últimos años, registrándose un leve descenso en el consumo por parte de los varones, y un aumento moderado entre las mujeres, especialmente las más jóvenes y de clases sociales más bajas. La tendencia general es a la estabilización e incluso, según países, al descenso en este hábito principalmente debido a las campañas socio-sanitarias y las legislaciones restrictivas.
El componente activo primario de refuerzo que actúa sobre el cerebro es la nicotina. En cada cigarrillo se consume entre 1 y 2 mg de esta sustancia, que se distribuye con gran facilidad hasta alcanzar el cerebro cuando su administración es por inhalación del humo de combustión. En el caso de los fumadores que no aspiran el humo hasta el pulmón, la nicotina se absorbe a través de las membranas mucosas y su absorción es más lenta. Aparte de su estimulación cerebral, la nicotina también produce un aumento de la secreción de adrenalina a nivel suprarrenal, que eleva los niveles de glucosa y la presión arterial, junto con la frecuencia cardíaca y respiratoria.
El aumento en la adicción femenina, aunque leve, ha de ser tenido en cuenta, pues los mayores porcentajes de consumidoras de tabaco se encuentran centrados en la edad considerada fértil. El momento del embarazo supone una motivación especial para dejar de fumar. En general, se estima que alrededor del 25% de las mujeres fumadoras dejan de fumar completamente durante el embarazo con un rango según diferentes estudios entre el 2 y el 37%.
El poder adictivo de la nicotina radica en su capacidad para estimular los centros del placer a nivel cerebral (sistema de gratificación – liberación dopaminérgica, mecanismo similar al de otras drogas de abuso pero de menor intensidad). Algunos investigadores estimas que la nicotina no es la única sustancia adictiva del tabaco, ya que se han observado disminuciones importantes en los niveles de la enzima monoamino-oxidasa en sus tipos A y B, encargada del metabolismo de la dopamina. Este efecto no es atribuible a la nicotina, por lo que se piensa que debe existir otra sustancia responsable de este efecto, prolongando por lo tanto los niveles y actividad de la dopamina y con ello el efecto placentero. Otra de las sustancias relacionadas con la adicción es el acetaldehído, especialmente en los sujetos más jóvenes.
Efectos del tabaquismo sobre la gestación y el nacimiento.
El tabaco contiene más de 4.000 sustancias activas tóxicas, que aparte de afectar a la madre, son transmitidas al feto por vía placentaria.
Entre otro de los tóxicos, uno de los principales y más estudiados es el gas monóxido de carbono, que dificulta el aporte de oxígeno al feto y produce una reducción en el flujo sanguíneo placentario, con el consiguiente menor aporte de nutrientes esenciales para su desarrollo. También se atribuye cierto efecto de resistencia vascular placentaria producida por la nicotina. La nicotina se concentra en la sangre fetal, en el líquido amniótico y en la leche materna y se han hallado en algunos casos concentraciones superiores de la misma en la sangre fetal con respecto a las concentraciones maternas.
Desde que en 1957 Simpson describiera una significativa disminución del peso al nacer en los hijos de madres fumadoras, los estudios sobre los efectos nocivos del tabaquismo sobre el embarazo y la lactancia han dejado en evidencia la multitud de efectos perniciosos de éste hábito. Ya en 1987, Kramer realizó un meta-análisis por encargo de la Organización Mundial para la Salud (WHO), encontrando más de 120 estudios donde se mostraba desaconsejado el hábito tabáquico durante el embarazo por sus múltiples complicaciones y una clara relación dosis-dependiente. Se ha demostrado que el tabaquismo en el embarazo aumenta los riesgos de:
1. Muerte perinatal.
2. Muerte súbita del lactante. Este riesgo no solo aumenta por el tabaquismo en la gestación, sino por la inhalación del humo de forma pasiva en las primeras semanas de vida.
3. Deficiencias cognitivas.
4. Trastorno por deficiencia de atención e hiperactividad.
Tabaquismo y lactancia.
La mayoría de los tóxicos que contiene el tabaco, se excretan a través de la leche materna, produciendo un aumento en las probabilidades de padecer asma y otras alteraciones del aparato respiratorio como la tos nocturna. Se estima que los hijos de madres fumadoras durante la gestación, lactancia o por exposición pasiva, tienen un riesgo tres veces mayor de padecer alteraciones respiratorias.
Aún así, no hay datos concluyentes acerca del riesgo-beneficio de la lactancia natural en condiciones de tabaquismo materno, por lo que a pesar de este, se superponen el resto de efectos beneficiosos sobre el lactante.
Terapia sustitutiva de nicotina.
Los efectos de la terapia sustitutiva en el tratamiento de la adicción al tabaco, son menos nocivos durante la gestación y la lactancia debido principalmente a que esta terapia evita la exposición del monóxido de carbono y otras sustancias tóxicas. Se recomienda en casos de elevada adicción y suele mejorar la reducción y/o eliminación del hábito durante el embarazo.
Este tipo de terapia consiste en la administración de nicotina de forma transdérmica en parches o por vía oral a través de masticables. Se recomienda como apoyo la terapia psicológica conductual de cara a reducir el impacto de los aspectos sociales que potencian el hábito del tabaquismo. Otras presentaciones menos habituales son en forma de spray o aerosol. No existen evidencias de que la forma de presentación influya en su eficacia.
Aparte de los antidepresivos, también se han comercializado fármacos como el tartrato de vareniclina que bloquean la acción de la nicotina y palian el síndrome de abstinencia. Actualmente se sigue esta vía de investigación, en un intento por eliminar de la terapia sustitutiva la esencia de éste hábito, la nicotina.
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